El confinamiento y la obligación de trabajar en remoto han puesto en evidencia los agujeros por los que hace aguas el estado real de la digitalización en España. Parece mentira que sigamos hablando de transformación digital cuando ya han pasado dos décadas desde que Internet irrumpió en escena. No podemos perder esa perspectiva: quienes nacieron entonces hoy son mayores de edad.
Durante muchos años he escuchado la manida afirmación de que «Internet es el futuro» —hay, incluso, quien sigue diciéndolo hoy— . Y no en boca de cualquiera. Lo han repetido sin rubor, como un mantra y hasta la saciedad, importantes editores y profesionales de la comunicación en toda conferencia, congreso, presentación y eventos varios en los que hubiera que demostrar estar al día en las últimas tendencias y cierta dosis de modernidad. Me sorprendía, y mucho, porque Internet era ya entonces el presente tiempo ha. Para no perder la perspectiva: desde los años 90. Sirva de ejemplo la cabecera de esta revista, que estrenó web allá por 1996. La primera tarifa plana en España data —¡oh, sorpresa!— de octubre de 1999. Veintitantos, que no es poco. Si fuera humano, aquí hace tiempo que podría votar; en EEUU incluso ya bebería alcohol.
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